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Lecciones de un plagio

Lecciones de un plagio

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Educación, fundamento de la sociedad digital

Los plagios escolares y de tesis profesionales siempre se han podido prevenir o evitar, pero ahora la tecnología puede exhibirlos y erradicarlos. Desde hace lustros existen software y plataformas que realizan esa comparación con bases de datos, algoritmos e Inteligencia Artificial, incluso en diferentes idiomas y en segundos. La UNAM ha sido extremadamente parsimoniosa en adoptar ese y otro tipo de soluciones tecnológicas.

La UNAM, a través de la Facultad de Estudios Superiores (FES) Aragón, confirmó el plagio (le llamó eufemísticamente “apropiación indebida de los textos”) de la tesis de la actual ministra Yasmín Esquivel Mossa al entonces alumno Edgar Ulises Báez.

Muchos articulistas están comentando las acciones jurídicas y administrativas que deben realizar tanto la UNAM que titula a los estudiantes, como la Secretaría de Educación Pública que expide la cédula profesional a quienes tienen un grado académico concluido. Sin mencionar las repercusiones políticas en el seno de la Suprema Corte y la renuncia o no de la ministra.

Prefiero hacer algunas reflexiones que no se han abordado lo suficiente, como profesor de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM y otras instituciones académicas.

1. Las facultades de las universidades se llaman así porque una de sus principales funciones es desarrollar durante los años que dure la carrera, las facultades intelectuales del estudiante, como la percepción, la voluntad, la imaginación, la memoria, la intuición y la razón.

El desarrollo y ejercicio de estas facultades intelectuales permiten, entre otras acciones, identificar, observar, recordar, clasificar, analizar, sintetizar y resumir. Si realmente las instituciones universitarias desarrollaran estas facultades intelectuales entre su población, el plagio sería menor, porque el alumno tendría la capacidad consciente de investigar y realizar el trabajo de forma genuina.

2. El título de licenciatura es un documento oficial que licencia o autoriza al alumno para ejercer su profesión. En los empleos se pide exhibir el original del título y entregar una fotocopia, porque es la forma de “demostrar” que alguien es profesional en su campo y está legitimado para desempeñarlo.

Las personas tituladas ganan mejores salarios que las no tituladas y tienen más posibilidades de ascender a cargos y responsabilidades mayores en sus organizaciones. Es común que profesionales con muchos años de experiencia en el campo laboral quieran titularse muchos años después, porque han recibido una oferta laboral que les exige un título de licenciatura. Los eternos pasantes tienen mucha prisa para titularse, pero también mucha experiencia. Algunas facultades han abierto la modalidad de titulación llamada “experiencia profesional”, en respuesta a esa población que no tiene tiempo de hacer una tesis tradicional, pero tiene amplio conocimiento y saberes.

3. El título profesional (como también se le dice) es extremadamente importante en ciertas profesiones y en otras no tanto. Es relevante para los abogados y los médicos, pero no así para los comunicólogos y periodistas, quienes pueden ejercer sus actividades sin haberse graduado.

En los estrados se le exige a los litigantes que exhiban su cédula profesional para actuar en un juicio o realizar alguna diligencia. Los consultorios de las farmacias Similares no tienen ventanas, pero sí está colgado en la pared el título profesional del médico. Nadie se dejaría defender por un abogado sin cédula y nadie se dejaría operar por un doctor sin título. De ahí la importancia de esos documentos en la sociedad. En cambio, muchos periodistas sí publican sin haberse graduado.

4. Para un director de tesis o sinodal (también se les llama “lectores”) es relativamente sencillo identificar o suponer un plagio. Idealmente, los profesores han leído previamente el trabajo, conocen la literatura y el pensamiento de otros autores y teóricos.

Si los profesores realmente leyeran las tesis (un sinodal tiene escasamente un mes para hacerlo), es fácil identificar el estilo personal de escribir. Todos lo tenemos. Salta a la vista cuando una idea o párrafo no se ajusta a ese estilo. Todos identificamos el estilo de Cervantes, Víctor Hugo, Dostoievski o García Marques. Asimismo, todos los estudiantes tienen un estilo aunque no sean diestros en la redacción (eso ayuda mucho) ni hayan ganado un Premio Nobel de literatura.

Las funciones de los directores de tesis son principalmente tres: orientar metodológicamente al alumno, revelar bibliografía relevante y leer los avances de tesis, precisamente para identificar y evitar un plagio, además de valorar la estructura, coherencia, investigación y rigor metodológico.

5. El objetivo primerísimo de una investigación de tesis es generar conocimiento original. Por eso el plagio es extremadamente mal visto en los ámbitos académicos.

6. El alumno debe registrar su tema de tesis en el centro de estudios correspondiente y, por lo general, tiene un año para concluir la investigación, siempre prorrogable. El registro de tema tiene dos razones: identificar que ese tema no ha sido investigado y realizado previamente, por lo cual puede rechazarse porque no sería original, y reservarlo de otros alumnos que también quieran indagarlo. Hay temas de moda que pueden parecerse, pero el enfoque siempre debe ser diferente y original. Algunas instituciones permiten modificar el tema y título inicialmente registrados, otras no.

Entre 1985-87 no existía la Internet que conocemos, pero sí bases de datos rudimentarias, expedientes y registros de tesis, además de abundantes trámites burocráticos que no han desaparecido. Es inaceptable que a la FES Aragón (entonces Escuela) se le haya pasado el registro de dos tesis exactamente con el mismo título.

7. Es de extrema deshonestidad intelectual y académica que un docente haya dirigido más de 500 tesis como es el caso de la tutora Martha Rodríguez Ortiz.

Ese tipo de académicos que dirigen una cantidad inusitada de tesis son comunes en las facultades y están muy identificados tanto por alumnos (que pasan la voz y los consideran “barco”) como por sus pares. Muchos tienen sus propios “seminarios de titulación”, un negocio académico privado que debe desaparecer. Hay que decirlo: a quienes participamos en un examen profesional, la universidad nos paga conforme al grado de la prueba o examen oral del examen escrito (tesis). No es extraño que muchos docentes quieran participar en muchos exámenes profesionales, porque es un minúsculo ingreso adicional ante salarios tan precarios.

Son docentes deshonestos porque no se pueden dirigir correctamente ni leer con atención (si es que lo hacen) tantas tesis, nadie es experto en tantos temas y, lo peor, le quitan oportunidades a otros profesores de dirigir tesis de temas que sí conocen.

8. Es indefendible la conducta de la ministra Esquivel, peor aún su reacción al escándalo, pero hay que admitir que al estudiante no se le ha enseñado a no plagiar. Es atinada la expresión políticamente correcta de “apropiación indebida de los textos”, porque muchos alumnos desconocen las múltiples formas de citación y de parafrasear. A diferencia de 1985, Internet ha hecho que sea aún más sencilla y deshinibida esa “apropiación indebida de los textos” mediante el “copia y pega”, sin que signifique que sea ética. Incluso es muy sencillo plagiar de otros idiomas, gracias al traductor de Google.

9. Es indispensable la campaña informativa de sensibilización entre los alumnos y la capacitación a docentes que implementará la UNAM a raíz de este escándalo, pero debe ser desde el inicio de la carrera, incluso desde la preparatoria, y no sólo “cuando estén próximos a egresar de sus estudios y opten por la presentación de la tesis o de un informe escrito como modalidades de titulación”.

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