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México no quiere elecciones a la cubana y menos al estilo Ortega

México no quiere elecciones a la cubana y menos al estilo Ortega

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La Gran Carpa

México está luchando con uñas y dientes por su democracia. No quieren un país del “hombre fuerte” sino de instituciones sólidas. Es por eso que se oponen a los cambios en el Instituto Nacional Electoral (INE). No desean elecciones a la cubana y mucho menos al estilo Daniel Ortega.

En la década de los 90 Nicaragua comenzó a tener elecciones libres, justas y transparentes y Ortega comenzó a perder los comicios una y otra vez. No había manera de que ganara una sola elección en democracia. Jamás. Cuando se dio cuenta de este pequeño tecnicismo, comenzó a reformar la Constitución y la Ley electoral, obteniendo el control total del árbitro y de los resultados.

En Nicaragua las instituciones débiles han garantizado el enquistamiento de una dictadura fuerte y feroz. Ortega llegó mediante votos, pero se ha mantenido 16 años en el poder mediante balas y represión.

La historia inicial de Ortega no es muy diferente a la de AMLO. Ambos son malos perdedores. Cuando no ganan las elecciones dicen que hubo fraude y cuando las ganan quieren debilitar la institucionalidad. El mismo patrón antidemocrático de Evo en Bolivia y Maduro en Venezuela. Lo que tocan lo arruinan.

Lejos de promover un órgano electoral eficiente y menos burocrático. El Plan B de AMLO busca hacer del INE un tigre sin garras ni colmillos. Es decir 85% menos de personal profesional, menos capacidad fiscalizadora y mayor dependencia del gobierno.

Como señaló recientemente el New York Times las reformas de AMLO son un golpe a la institucionalidad del órgano que logró poner fin a décadas de partido hegemónico. Por su parte, el gobierno de Estados Unidos ha manifestado que: “En México hoy vemos un gran debate sobre reformas electorales que ponen a prueba la independencia de instituciones electorales y judiciales. EU apoya instituciones electorales independientes, que tienen recursos para fortalecer procesos democráticos y estado de derecho”.

En Nicaragua y Cuba hay elecciones, pero nunca sorpresas. El partido de gobierno gana el 100% de los puestos de elección popular. El sistema ha sido diseñado para votar, pero no para elegir. Cuentan con instituciones electorales pequeñas, inodoras e inofensivas. Pueden encarcelar a candidatos y votantes. Nunca pasa nada. López Obrador admira y condecora la “ejemplar democracia” cubana de 64 años de edad y más de 1,000 presos políticos.

La vendetta personal del Presidente Obrador con el órgano electoral es una espinita que carga desde el año 2006. Para AMLO la institución electoral fue culpable de un fraude que nunca existió. Sin embargo, este reclamo ha sido un fantasma que lo acecha día y noche. Una piedra en el zapato para sus aspiraciones antidemocráticas.

En defensa del sistema electoral mexicano. La periodista Beatriz Pagés lo ha dicho así: “Quieren mutilar al INE porque les estorba el voto libre. El Plan B de AMLO es lacrónica de un fraude anunciado y quien usó al INE para llegar al poder hoy quiere matarlo”.

El INE ha sido un ejemplo para toda América Latina. Los cambios democráticos son posibles, pero no accidentales. Se requiere de instituciones fuertes y ciudadanos organizados que defiendan esas instituciones ante los apetitos voraces de caudillos de turno.

Aunque el Plan B de AMLO han ganado la primera batalla en el Senado, la Suprema Corte de Justicia tendrá la última palabra. De momento una cosa queda clara y es queMéxico no quiere tener elecciones a la cubana y mucho menos una dictadura como la de Nicaragua. Por eso han salido a las calles y lo seguirán haciendo.

*El autor es periodista, exembajador de Nicaragua ante la OEA y fue miembro del Cuerpo de Paz de Noruega (FK).

@ArturoMcfields

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