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Mi Tarjeta del Bienestar

Mi Tarjeta del Bienestar

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Militarismo vs. Democracia

De los cuatro llamados “pilares pensionarios” que deberían integrar todo sistema coherente de pensiones, el primer pilar, conocido como “Pilar Cero”, se refiere a un monto que se otorga bajo el único requisito de la edad. Recibe el nombre de pensión universal no contributiva, debido a que el beneficiario no contribuyó con alguna retención obligatoria. En el caso de México, basta tener 65 años para recibirla bimestralmente; es conocida como Pensión de Adulto Mayor (PAM), aunque ahora la 4T la rebautizó como “Pensión para el Bienestar de las Personas Adultas Mayores” y es administrada por la Secretaría del Bienestar. Dado que la PAM se financia con el presupuesto federal cuyos ingresos son los impuestos, no es del todo preciso decir que es no contributiva. En ese sentido, para los adultos mayores que estuvieron en la formalidad laboral, es equivalente a una devolución parcial de impuestos, mientras que para los adultos de la informalidad, dicha pensión universal es un subsidio de los formales.

La PAM se ha incrementado año con año desde $1,160 bimestrales en 2018 hasta $4,800 en 2023. López Obrador prometió que para 2024 será de $6,000. Actualmente hay alrededor de 11 millones de beneficiarios. Su costo este año en el presupuesto federal asciende a 339.3 miles de millones de pesos y para el presupuesto de 2024 habrá que considerar 424,000 millones de pesos. Es un monto importante considerando que al gobierno se le están agotando las fuentes de ingresos.

Esta pensión universal se ha convertido en un instrumento asistencial electorero. Asegurar 11 millones de votos con manipulación y demagogia es un botín preciado. Por eso la propaganda sobre la pensión universal enfatiza que es una dádiva política; un folleto deja claro que “es una conquista del Presidente López Obrador para el bienestar de los adultos mayores”.

La dispersión de la PAM se hacía de manera bastante eficiente, pues a los bancarizados se les depositaba bimestralmente en su cuenta bancaria. Pero ahora se decidió que a todos se les depositará en una Tarjeta del Bienestar. La intención, con sello político, es clara: en vez de que la banca maneje esos recursos, ahora los jinetea el Banco del Bienestar. Ahora hay que tramitar esa tarjeta de débito para que a partir de marzo se deposite en ella dicha pensión.

Para obtenerla, hay que acudir en el día y hora señalado a un módulo designado. En mi caso, una gran carpa mal instalada e improvisada en un parque público. El tortuoso trámite me consumió tres horas. Suponen que por ser adultos mayores no tenemos mejor cosa que hacer. Muchas personas de muy avanzada edad llegaban en silla de ruedas, auxiliadas por algún pariente o con tanque de oxígeno. El trato fue el mismo: parados en una fila de 45 minutos en el sol, sin baños limpios disponibles, trato prepotente y luego dos horas más sentado esperando turno. Esto es un trato inhumano, displicente e indigno. Hay formas más eficientes para tramitar una tarjeta de débito para todos, ¡empezando por usar computadoras!

Este ineficaz cambio a tarjeta deja al descubierto el principio de la 4T: “si algo funciona bien, hay que destruirlo”.

Twitter: @frubli

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