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La Cultura de la Paz, La Solución de Controversias Fortalece la Economía

La Cultura de la Paz, La Solución de Controversias Fortalece la Economía

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La Cultura de la Paz, Seguridad Pública y Fuerzas Armadas

Si ya sabes lo que tienes que hacer y no lo haces, entonces estás peor que antes.

Confucio

Los conflictos se pueden ocultar, ignorar, intentar controlar o enfrentar, pero no desaparecer, pues el conflicto es parte consustancial a la vida de toda persona y organización. Reducen la productividad de cualquier organización empresarial en perjuicio de la comunidad que la integra y del desarrollo del país al perder o detener la generación de empleo y reducir la derrama económica. Por ello es preciso que esos conflictos o controversias se atiendan para su resolución y de esa forma contribuir a la constante o creciente generación de riqueza.

La gestión o prevención de los conflictos que se presentan en las empresas, tratándose de conflictos legales, pueden corresponder a la mediación civil, a la mediación mercantil e incluso al ámbito penal, o bien a una combinación de esos ámbitos. También pueden ser de carácter social.

México es el quinto país con más empresas familiares en el mundo, son el tipo de unidades de negocio más numeroso en nuestro país, incluye a las 250 compañías más grandes y representan el 90% de las empresas. Por ello es importante tener en cuenta que los conflictos que se les presentan, además de los ámbitos comentados en el párrafo anterior, también pueden corresponder a la mediación familiar.

Se trata principalmente de pequeñas y medianas empresas, de ahí la importancia de que logren trascender en el tiempo y a las siguientes generaciones.

A los comerciantes, a los industriales y a los banqueros —y en general a los empresarios— no solamente les preocupan las ganancias y la prosperidad en sus negocios. También son personas que han logrado determinada posición y prestigio entre sus pares, sus clientes, sus empleados, las autoridades y los consumidores de sus productos o servicios; esto es un activo que les preocupa mantener y, por lo tanto, cuidar.

Actuar en el mundo del comercio, de la industria, de la banca y en los negocios en general, implica riesgos exógenos que pueden estar fuera del control de los agentes económicos. Muchos negocios pueden fracasar o muchas obligaciones dejarse de cumplir sin que se obre de mala fe, existan manejos fraudulentos o negligencia.

Una sentencia judicial, independientemente de que resuelva legalmente un conflicto, puede causar a quienes realizan actos de comercio, daños difícilmente reparables, pues puede destruir reputaciones y relaciones de negocio que han sido cultivadas por décadas.

La mediación mercantil ofrece, a quienes están involucrados en los negocios, un espacio de confianza en el que pueden ventilar todos los aspectos que se encuentran dentro de un conflicto o controversia, desde los factores emocionales, hasta los relacionados con cantidades de dinero, sin que el mercado tome necesariamente nota de la disputa.

La mediación mercantil contribuye a la agilización de las relaciones económicas ya que propicia certeza jurídica y elimina o al menos reduce los costos innecesarios de transacción, además del ahorro de tiempo que supone. También fomenta soluciones justas y satisfactorias e incentiva la competitividad y la productividad. Esas soluciones, en su caso plasmadas en el convenio de mediación, tendrán fuerza de cosa juzgada, de tal suerte que no quedará duda de que el convenio es incontrovertible.

La mediación en materia mercantil constituye una excelente vía para zanjar diferencias en el mundo de los negocios, en virtud de que estos procedimientos son confidenciales y de que las soluciones son propuestas por las partes involucradas, no por un tercero ajeno a la controversia.

Las pequeñas, medianas y grandes empresas de los Estados Unidos con mejor desempeño privilegian la mediación, sobre el arbitraje y el litigio, para resolver sus controversias jurídicas. Han comprobado que con la mediación mercantil se obtienen niveles de satisfacción más altos que con el arbitraje, precisamente porque las partes —y no el árbitro— son quienes arriban, de común acuerdo, a la solución de sus problemas.

De esa forma las empresas sostienen relaciones más sólidas con sus clientes, proveedores, empleados y socios; valoran y aprecian la justeza y rapidez de los procesos de justicia alternativa en la resolución de disputas con clientes y proveedores, separándose cada día más de la visión del litigio como la única opción.

Otra fuente de conflictos o controversias son los que se suscitan en la convivencia cotidiana en los centros de trabajo y de consumo de bienes y servicios, sin que ello se refiera a la gestión o resolución de conflictos o controversias legales ni laborales. Para la prevención, gestión y resolución de este tipo de conflictos o controversias se ha desarrollado la mediación organizacional que forma parte de la mediación social.

Muchas personas pasan buena parte de su vida en su lugar de trabajo. Por lo general esos lugares son instituciones, organizaciones o empresas, públicas o privadas, tales como centros comerciales, restaurantes, tiendas de autoservicio y departamentales, restaurantes, cafeterías, bancos y oficinas, por citar algunos ejemplos. Dichas organizaciones se han transformado en sistemas cada vez más complejos, en los que las controversias o conflictos se presentan irremediablemente entre quienes ahí conviven cotidianamente.

En ese contexto la mediación es de utilidad para mejorar o corregir el ambiente organizacional a favor tanto de quienes conviven día a día en sus lugares de trabajo, como de su productividad, que también se deteriora debido a los conflictos que se les presentan.

La mediación organizacional, que sirve para mejorar el ambiente dentro de una institución u organización, beneficia a los colaboradores o dependientes e incluso a la propia institución, organización o empresa, debido a que se pueden detectar oportunamente controversias o conflictos entre la organización o empresa, sus colaboradores y quienes acuden frecuentemente —ya sean empleados, clientes o proveedores—, a fin de que las disputas se gestionen y resuelvan de manera pronta y satisfactoria con la intervención de un mediador formado de entre los colaboradores o dependientes de la misma institución, organización o empresa.

El gobierno, por su parte, está obligado a propiciar las mejores condiciones posibles para que las actividades productivas se fortalezcan, se generen riqueza, empleos e impuestos no para substituir a la libre empresa. Históricamente ha quedado demostrado que el gobierno es un mal empresario que termina trasladando sus pérdidas al erario.

La intervención del Estado en la economía se fundamenta en los artículos 25, que se refiere a la rectoría del Estado; el 26, relativo a la planeación democrática y que reconoce una corresponsabilidad de los sectores público, social y privado en relación con el logro del desarrollo económico nacional; el 27, relacionado con la propiedad originaria y el dominio directo de los principales recursos naturales del suelo y subsuelo, así como el 28, que se refiere al control de las actividades estratégicas exclusivas del Estado, la defensa de la economía del mercado en el resto de las actividades económicas no reservadas al Estado y las funciones del Banco de México, principalmente.

Actualmente vemos que el mandatario no sólo impulsa actividades productivas a cargo del sector público, sino que se las asigna preferentemente a militares, cuya vocación dista mucho de ser empresarial. Dichas actividades a cargo de las fuerzas armadas, además de desarrollarse en un marco de opacidad, las desarrollan personas que, a diferencia de los pequeños, medianos y grandes empresarios, no ponen en riesgo nada suyo.

Combinar burocracia y militarización no es una fórmula exitosa en actividades empresariales.

*El autor es abogado y mediador profesional.

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Twitter: @Phmergoldd

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