El futuro del bitcoin y las criptomonedas en 2023, y más allá
Durante las últimas décadas, Estados Unidos se ha apoyado en el uso de la guerra económica para ejercer influencia sobre países e individuos. En este contexto, han surgido distintas voces de un movimiento denominado DeFi (DeFi es la abreviatura en inglés de finanzas descentralizadas -decentralized finance-). El argumento central del movimiento es que “la tecnología cripto y el blockchain deben utilizarse para desafiar el poder del gobierno centralizado”. Y en una segunda instancia, promover la libertad económica protegiendo el anonimato de los usuarios.
En 2009, cuando el bitcoin surgió como la primera moneda digital global respaldada por blockchain, era difícil imaginar que llegaría a valer 68,000 dólares por unidad (hoy vale 17,000, aprox). En sus inicios, ese activo fue utilizado por un grupo de agentes económicos para adquirir “bienes o servicios” de manera anónima. Todo comenzó en una página de internet llamada “Silk Road” montada en la “Dark Web” (una parte de la internet que permite a los usuarios navegar de forma anónima y sin supervisión).
Un mercado negro y el primer mercado moderno digital: imagínese una suerte de Amazon para comerciar con bienes ilegales. En marzo de 2013, el sitio tenía 10,000 productos a la venta, el 70% de los cuales eran drogas. ¿En realidad, el (¿o los?) creador(es) del bitcoin pensaron en este instrumento como un “medio de cambio” anónimo, autónomo y seguro? En la práctica quedó como anillo al dedo para que los usuarios de “SIlk Road” (y otras plataformas semejantes) hicieran transacciones sin dejar rastro. Quizá nunca imaginaron que la tecnología blockchain, que respalda al bitcoin, cambiaría a las finanzas como las conocemos.
El blockchain puede describirse como una cadena de bloques, o un conjunto de reglas, en la cual cada usuario de la red mantiene una copia de la información, y solo la actualiza cuando se acuerda colectivamente nueva información entre computadoras (por eso es tan seguro). Debido a que un amplio consenso colectivo crea seguridad en la información, las cadenas de bloques han resultado particularmente útiles para transferir valor (o información) entre las partes. Estoy convencido de que la mencionada tecnología emergente tiene el potencial de irrumpir en prácticamente todas las industrias e incluso Internet.
A diferencia de otras innovaciones financieras, bitcoin se lanzó a nivel mundial directamente a los consumidores “de a pie”. El argumento fue que convertiría en obsoletos a los intermediarios financieros tradicionales utilizando la citada tecnología como respaldo.
La tesis original – la de utilizarlo como “medio de cambio”- quedó rebasada cuando su uso se hizo “mainstream” y la volatilidad asociada a su precio la hizo insostenible. Posteriormente, surgió otra hipótesis: que Bitcoin era una “reserva de valor” y algunos lo llamaron “oro digital”. Pero este enfoque también se tambaleó en el momento en que se hizo evidente su correlación con los demás activos de riesgo.
Una última versión lo llamó un “hedge contra la inflación”, pero quedó invalidada con el desplome del presente año. Este ocurrió en parte, propiciado por la quiebra de la empresa FTX, dedicada al intercambio de criptomonedas. La situación ha sido comparada por muchos analistas como algo similar a lo sucedido en el año 2009 con la quiebra del banco de inversión Lehman Brothers.
El desplome acabó con los sueños de miles (o quizá millones) de microinversores que llegaron a creer que podían hacerse ricos por medio de las criptomonedas. En la sede de FTX, bajo el sol de las Bahamas (y lejos de los ojos de los reguladores), la publicidad de la empresa advertía a los clientes que no se perdieran “the next big thing”.
De acuerdo con una investigación de la revista Money, más del 70% de los estadounidenses que han invertido e invierten en criptomonedas abrigan la creencia de que cuentan con las herramientas para convertirse en multimillonarios sin una justificación racional.
El riesgo es en parte el resultado de las respuestas divergentes y a menudo emocionales que han desencadenado las criptomonedas desde su inicio. Por ejemplo, Charlie Munger (mano derecha del famoso inversionista Warren Buffet) se ha referido a las criptomonedas como parte fraude y parte autoengaño.
Mientras tanto, muchos inversionistas serios y otros institucionales tienen la visión de que la infraestructura financiera del mañana se basará en la tecnología de las criptomonedas. En materia de regulación, cada bando es de la opinión de que el gobierno debe actuar en apoyo a su punto de vista.
Pero una cosa es segura: los brokers de criptomonedas requieren del uso de complejas claves criptográficas que se utilizan para autorizar las transacciones. Estas claves suelen almacenarse en línea, lo que las hace susceptibles de ser blanco de piratas informáticos o de robos.
Por lo anterior, es necesario establecer regímenes reguladores para proteger a los inversionistas, a los consumidores y a la estabilidad financiera además de bloquear los usos ilícitos.
Olvídese -entonces- del “anonimato” o de la “autonomía.” Las dos deseadas características en los inicios de bitcoin. Los casos de uso: “medio de cambio”, “reserva de valor” o “hedge contra la inflación”, también han quedado rebasados como ya vimos. En realidad, el mecanismo no ofrece algún uso práctico y carece de valor intrínseco. La actual tesis de inversión está basada en la “escasez” (el número máximo de bitcoins que se pueden emitir -minar- es de 21 millones). Para decirlo de manera coloquial, “el bitcoin vale lo que alguien esté dispuesto a pagar por él”.
Entonces, ¿cuál es el futuro de las demás criptomonedas? Las criptomonedas jugarán un papel importante en la economía digital durante el transcurso de la próxima era web3 de Internet. La naturaleza descentralizada de las criptomonedas, combinada con los bajos costos de transacción, la privacidad y la seguridad, han atraído a una nueva generación de empresarios y entusiastas de la tecnología. El futuro de cada una dependerá directamente del “caso de uso” particular de cada activo digital, y su evolución. Y por último, muy pocas (de las 19 mil que existen) van a sobrevivir.
La tecnología viene, innova y luego es desplazada por nueva tecnología. Por eso invierta (o utilice) con cuidado, inteligencia y racionalidad, con la asesoría de fuentes confiables.
Twitter: @EduardoTurrentM