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No se levantó

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Dueños de qué

El día de ayer, en la celebración del 106 aniversario de la promulgación de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, se pronunciaron tres discursos notables. El primero fue el del gobernador de Querétaro, Mauricio Kuri. Con sencillez describió la larga lucha que entre mexicanos había significado la Revolución Mexicana. Hizo referencias a la condición de constitución social, la primera en el mundo, que había surgido de la redacción colectiva de más de 200 diputados reunidos hace 106 años en ese recinto. Describió algunos de los logros sociales alcanzados durante ese tiempo, como la educación, la salud y la vivienda y cerro diciendo que lo más importante de ese documento fundacional, consistía en qué a partir de él, los mexicanos no habían tenido que volverse a enfrentar en ninguna lucha. Que ese documento nos representaba a todos y que bajo sus palabras podíamos los mexicanos lograr la unidad en un proyecto común que nos diera perspectiva y futuro a todos por igual.

Después toco el turno a la presidente de la Suprema Corte de Justicia y con un discurso elegante, pero muy firme dijo varias cosas. Recordó las palabras de Donato Bravo Izquierdo, diputado constituyente: “Jamás he pretendido que el Congreso Constituyente de 1917… esté verificando una labor de perfecta sabiduría, pero sí creo que su obra es de evolución social, que hace conmover el cerebro y el alma del pueblo mexicano, ya que la Revolución le ofreció un horizonte de nueva vida que desconocía y que ha debido estudiar para obtener un progreso verdadero. Así, la sangre derramada en nuestras luchas intestinas no será estéril”.

Luego, siguió: sosteniendo que las injusticias generan inconformidad, descontento, enojo, violencia. Pero para encontrar una verdadera solución a ellas, de largo plazo, se necesita crear conceptos, ideales, convicciones de lucha política, de fortalecimiento institucional. Añadió, diciendo que nuestra Constitución, con centenares de reformas, contiene los fines, los objetivos, las grandes metas del proyecto nacional y reconoce los derechos inherentes de todas las personas. Aseveró, evitemos encuentros estériles, reuniones anuales con bellos ejercicios de oratoria, para tras ello, volver al escritorio con la falsa sensación de un deber cumplido. Sostuvo que la tarea principal del Poder Judicial era el acceso a la justicia y velar por el respeto a las leyes y la norma fundamental, que en ello radicaba la justicia verdadera y que los juzgadores no podían más que deberse al respeto de la ley, pero no sin un margen de interpretación, conforme a las costumbres y la ética social. Y finalizó, diciendo que la independencia judicial no es un privilegio de los jueces, es el principio que garantiza una adecuada impartición de justicia para hacer efectivas las libertades y la igualdad de las y los mexicanos.

Como cierre habló el Presidente de la República. Sostuvo que a lo largo del periodo neoliberal, se habían aprobado leyes y cambios constitucionales que le quitaron su carácter popular a la nuestra carta magna. Que se habían vendido los bancos, los ferrocarriles, se demeritó a la CFE y a Pemex y se permitieron inversiones privadas en energía. Que se hizo una mal llamada reforma educativa y se le dio la espalda al pueblo. Que apenas con el carácter constitucional que han adquirido las pensiones a adultos mayores y a jóvenes se está recuperando algo de lo perdido. Finalizó diciendo que hacer política es hacer historia y que en ello estaba su empeño con la visión que él posee.

Creo que los tres discursos muestran exactamente de que estamos hablando cuando se habla del respeto a la ley y del proyecto de nación del que hablamos en público y en privado.

Un detalle llama la atención, como hacían tradicionalmente las damas en reuniones a las que eran invitadas, la ministra presidente cuando llegó el presidente al teatro de la república no se levantó de su asiento, mientras todos los demás lo hicieron. Nada más, pero nada menos también.

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