La pobreza en tiempos de cuarta
Los datos del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval) recién difundidos dan cuenta de otro sexenio más que fracasará en la lucha contra la pobreza. A pesar del hincapié que pone todas las mañanas el presidente López en la cuantía y dispersión de los recursos para los más pobres no logrará sacar de la pobreza a una sola persona. No solo eso, al parecer hay una tendencia a incrementar el número de personas en pobreza y pobreza extrema. Los datos dicen que sus programas sociales son opacos y poco eficientes en lograr la metas para los que fueron destinados.
No se puede tratar todo el tema en la extensión de un artículo, pero conviene resaltar algunos temas. A diferencia de la ONU o el INEGI, los criterios del CONEVAL suelen ser más rigurosos. En este sentido, distingue varias categorías: pobreza extrema, pobreza, vulnerable por carencias sociales (salud, educación, seguridad social y vivienda), vulnerable por ingreso y no pobre/no vulnerable. Este último rubro debería ser la meta por alcanzar, es decir, diseñar políticas que permitan que más personas se encuentren en esta categoría. Sin embargo, desde hace décadas sus variaciones son mínimas. Se podría decir que dos de cada 10 habitantes permanecen a salvo de los vaivenes económicos y sociales. En 2016 el porcentaje de personas no pobres no vulnerables era el 24 de la población, para 2020 bajó a 23.5 por ciento.
La pobreza aumentó en 3.8 millones de personas de 2018 a 2020 y en ese mismo lapso 2.1 millones de mexicanos pasaron de la pobreza a la pobreza extrema, a pesar de los programas sociales. La cantidad de mexicanos pobres pasó de 51.9 millones a 55.7 millones entre 2018 y 2020 (pasó del 41.9 al 43.9 por ciento del total de la población). La población en situación de pobreza extrema fue la más afectada, al pasar de 7 por ciento (8.7 millones de personas) en 2018 a 8.5 por ciento (10.8 millones de personas) en 2020.
Se argumentará y con razón, que el impacto de la pandemia y la crisis económica fueron el detonador de esta baja. Sin embargo, hay que señalar que la falta de apoyos extraordinarios de parte del Estado para proteger empleos y alimentación, buscar alternativas de protección para evitar el escalamiento de la violencia doméstica, entre otras acciones, empeoraron la situación.
En cuanto a temas como la población alcanzada con los programas sociales, transparencia en su aplicación y eficacia hay mucho que decir. Desde hace décadas, la fuga de recursos de los programas sociales para actividades políticas y electorales ha sido un problema. Estas desviaciones son corrupción ni más ni menos. Sin embargo, en varios sexenios los mecanismos de control, los padrones y las reglas de operación fueron haciendo más difícil las conductas corruptas. Nunca hubo una situación totalmente transparente, pero se avanzó. En este sexenio se echó por la borda todo esto. No hay padrones confiables ni reglas de operación en varios programas. Se ha constatado que hay desviaciones y/o aplicaciones ineficientes en programas como Jóvenes construyendo el futuro y Sembrando vida. Al presidente no le gusta ningún tipo de supervisión o control.
Respecto a la cobertura alcanzada hay que señalar que el Coneval informó que no identificó un aumento significativo de personas que reportaron ser beneficiarias de algún programa federal de desarrollo social, que en 2018 era del 29.9 por ciento y en 2020, del 30.3 por ciento. Sin embargo, una y otra vez, López Obrador asegura que nunca se había llegado a tantos hogares con los programas sociales. En un exceso, ha llegado a decir que en todos se recibe algún apoyo.
Por el lado de la eficiencia, el Consejo señaló que, por la falta de focalización de los programas sociales, entre 2018 y 2020 el porcentaje de personas más pobres —el Decil I— que reciben ayudas de programas sociales bajó de 20.9 por ciento a 13.3 por ciento, mientras que el reparto creció entre los más ricos —Decil X—, aumentó de 1.7 por ciento al 5.7 por ciento. Esta falta de afinación siempre ha sido un problema, pero ahora este gobierno reparte los recursos en efectivo como una forma de consolidar el clientelismo porque la realidad es que no está mejorando la eficacia de los programas.
Hay más temas como el de la pobreza laboral o el incremento en las cargas de trabajo para las mujeres durante la pandemia que el Coneval subrayó. Este último trabajo sin remuneración está invisibilizado. También las afectaciones diferenciales entre zonas urbanas y rurales.
El problema de la pobreza, las carencias sociales y la desigualdad sigue lastrando el desarrollo (no me refiero al crecimiento solamente) del país. Se acusaba a los gobiernos anteriores de administrar la pobreza lo cual en buena medida es cierto. Ahora hay un gobierno que no solo administra la pobreza, sino que la reproduce como una forma de control político. Se está fabricando un país sin futuro.