¿Qué tan feminista es tener un sugar daddy?
¡¿Eso mamona?! Tener sugar daddy en plena liberación femenina se ha convertido en un verdadero logro para muchas, pero ¿no sería eso una incoherencia?
Tener un sugar daddy es un concepto que ha ido encajando perfectamente con una época, en la cual la libertad en las relaciones es prioridad y los individuos entienden perfectamente que el otro no les pertenece —ajá, cómo no— y anteponen sus intereses personales para ser felices.
En la antigüedad —hace como dos años— la gente solía juzgar a las chicas que intercambiaban su compañía por algún beneficio económico. De hecho, las escorts no eran bien vistas socialmente e incluso se les tachaba de prostitutas —que, por cierto, nunca entendí la diferencia—. Algunas se justificaban ante el público asegurando que su compañía no tenía que ver con el coito como tal o eso querían que creyéramos para dejar de mirarlas por debajo del hombro. Sin embargo, hoy vivimos una etapa de empoderamiento en la que exigimos que nuestros actos, como mujeres, sean reconocidos y no castigados o mal vistos.
¡Eso mamona! Se ha vuelto el estandarte lexical de muchas chicas que se apoyan mutuamente en situaciones complejas, sobre todo cuando se trata de la independización del sexo masculino. Actualmente, buscamos liberarnos del yugo social que nos ha impedido durante mucho tiempo ser felices.
Pero como suele suceder, uno no es lo que debe, sino lo que puede ser y es verdad ¿soy un payaso? Vaya, es que luego de tantas marchas y exigencias, un concepto como sugar daddy me parece arcaico, burdo e incoherente.
Según la RAE, un sugar daddy es aquel hombre que intercambia dinero a cambio de una relación romántica o sexual, generalmente con una pareja más joven que él —nacierto, el término lo investigué en el Wiktionary—. Lo que me produce ruido y no me deja dormir por las noches, noches en las que prefiero levantarme a escribir esta interesante columna, es que en pleno siglo XXI con lo del feminismo a todo lo que da, aún hay personas que busquen depender económicamente de otra por el simple hecho de que eso es una manera más fácil de lograr cierto estilo de vida.
O sea, aún no entiendo por qué buscamos liberarnos de los hombres, pero tops de apps para conseguir sugar daddies son términos frecuentemente googleados. Es como si instaras a las jóvenes a luchar por sus sueños sin importar el patriarcado, pero lo que gran parte de esas chicas busca es depender de alguien porque tiene ‘flojera o miedo’ de construir algo por sí mismas.
De acuerdo con Seeking Arrangement, una plataforma para conseguir citas, posee 5 millones de jóvenes universitarios inscritos. La mayoría de ellos o ellas busca pagar sus colegiaturas que ascienden a 700 mil pesos en Estados Unidos.
Por otra parte, en internet hay sitios web en los que los sugar daddies deben pagar una mensualidad de 2 mil pesos para tener acceso a los perfiles de las jóvenes inscritas y así poder concretar una cita.
Según algunos testimonios de internet y YouTube, en las citas las chicas reciben desde 3 mil pesos, si te toca un sugar muy miserable, hasta 60 mil pesos mensuales, si es un árabe millonario, como una de las historias más populares publicadas en El Español. No hay una cantidad pactada en la mayoría de relaciones de ese tipo; incluso, no siempre será dinero lo que te den a cambio de tu compañía y no todas las veces habrá sexo de por medio. A veces pueden pagarte con bolsas de más de 20 mil pesos o viajes a lugares de ensueño.
En fin, todo esto vendría siendo como sacarse la lotería, pero siempre conllevará un riesgo, pues las plataformas no cuentan con una seguridad precisa sobre los perfiles de los caballeros y quedará en ti la decisión de irte a Europa, Cancún, Canadá o Las Bahamas con alguien a quien apenas conoces. Y no, no estoy justificando los feminicidios y echándole la culpa a la mujer, pero seamos un poco realistas, todos los actos son consecuencias de las decisiones que tomamos.
Por eso, me parece risible el hecho de que sea una época en la que se defienden los derechos de la mujer de abortar, separarse, trabajar, no tener una familia, convertirse en líder al mismo tiempo que se normaliza este tipo de conceptos en los que se busca depender de un hombre económicamente.
Y bueno, al final de cuentas, yo solo sé que no sé nada, como diría Sócrates, pero ahí les encargo ser más coherentes con su vida antes de adoptar cualquier postura, filosofía o incluirse en algún movimiento porque la congruencia ante todo, amixes.
Pd. Si consigues ser sugar babe de Jon Hamm, entonces te observo, te analizo y te respeto. Es más, a él hasta yo le pagaría por mirarlo nomás.
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