Consecuencias distributivas de la política monetaria
Los bancos centrales de economías emergentes y avanzadas tienen el mandato de salvaguardar el valor de la moneda manteniendo la estabilidad de precios. Este mandato viene junto con un marco de independencia que está diseñado para proteger a los tecnócratas del banco central de la interferencia política. La independencia es un elemento central del marco de metas de inflación que funciona bien.
Si bien los bancos centrales tienen a su disposición un conjunto de herramientas contundentes –la tasa de interés de referencia y la compra de activos– para cumplir con su mandato, éstas están diseñadas para lograr la estabilidad de precios sin tener en cuenta nada más.
En los últimos meses, ante el incremento de la inflación, los bancos centrales alrededor del mundo han aumentado sus tasas de referencia. Esta política trae como efecto una desaceleración en el crecimiento económico y de los salarios y un aumento en el desempleo. Lo más probable es que una política monetaria más estricta termine empeorando la desigualdad en los ingresos.
El endurecimiento de la política monetaria penetrará en la economía a través de diferentes canales. Una política más estricta hace que los préstamos sean más caros, como resultado los precios de los activos caen y la economía se desacelerará, lo que a su vez ejercerá una presión a la baja sobre los precios.
Cada uno de estos canales tiene efectos distributivos sobre la riqueza y los ingresos de los hogares. Por ejemplo, hay evidencia que muestra que los trabajadores menos calificados y de bajos ingresos tienen más probabilidades de perder el empleo durante una recesión.
Al mismo tiempo, un endurecimiento de la política monetaria podría reducir la desigualdad de la riqueza debido a los precios más bajos de los activos. Si bien no es función del banco central establecer una política para abordar estos problemas de distribución, es importante reconocer, comprender y responder a tales efectos.
Los problemas de distribución también pueden surgir de la política monetaria que está más allá del alcance del banco central.
Por ejemplo, una tasa de interés estructuralmente más baja, como en el periodo después de la Crisis Financiera Global del 2007-2008, tiene un impacto material en los precios de equilibrio de los activos.
Con tasas de interés consistentemente bajas, los precios de los activos aumentan, en particular, aquellos que tienen un vencimiento más largo, como los bienes inmuebles y los bonos y acciones donde el pago esperado es en el largo plazo. Este es un beneficio que solo alcanza a los hogares que poseen este tipo de activos.
Existe abundante evidencia que demuestra que la política monetaria tiene efectos distributivos. El impacto específico dependerá de una serie de factores que diferirán de un país a otro. La riqueza y los pasivos de los hogares son importantes, al igual que la estructura de la economía y el mercado laboral.
En México como el acceso al crédito, la propiedad de bienes inmuebles, la participación en el mercado de valores y en el laboral se distribuyen de manera muy desigual, las decisiones de política monetaria también tienen un gran impacto en la distribución de la riqueza.
Sin duda, la estabilidad económica es necesaria para una economía sana y el respeto por el marco institucional es fundamental para lograr esa estabilidad.
Dicho esto, es importante reconocer que el conjunto de herramientas disponibles para los bancos centrales puede terminar exacerbando la desigualdad de ingresos y riqueza.
Los bancos centrales no tienen las herramientas ni el mandato para abordar esas desigualdades, pero pueden discutir el mecanismo de transmisión de la política monetaria y, junto con eso, las implicaciones distributivas de sus acciones.
Con tasas de interés consistentemente bajas, los precios de los activos aumentan, en particular, de los que tienen un vencimiento más largo.