Crecimiento con igualdad
L a economía mexicana mantiene estabilidad, en un país con gobernabilidad (algo ya raro en América Latina), y realiza políticas redistributivas, por medio de programas sociales amplios y medidas para fortalecer el salario y la estabilidad laboral. Se trabaja en mejorar servicios como los de educación y salud. El tipo de cambio es estable, las exportaciones crecientes y el incremento de precios son menores a los de otras economías. Ahora, el ritmo de crecimiento no es todavía el que requiere una economía emergente como la mexicana. Efectivamente, el covid es el principal responsable del bajo crecimiento promedio de la economía mexicana en estos años. Existen otros obstáculos coyunturales, como la invasión a Ucrania y el escenario recesivo en los Estados Unidos, con todo, en general, para 2023 México luce mejor que la mayoría de los países. No obstante, se requiere pensar de nuevos motores y estrategias para crecer a mayor velocidad en el futuro. El crecimiento no es condición suficiente para garantizar bienestar, es necesario también distribuir y afianzar la provisión de servicios, pero una economía como la mexicana tiene que crecer a mayores tasas para atender las demandas de la población. La buena noticia es que existen las condiciones para mantener niveles altos de crecimiento para los próximos años..
La pregunta de qué hacer para crecer, tiene varias respuestas, la mayoría sectoriales, me parece. El sistema financiero excluye a más de 60% de la población, ofrece escasas oportunidades de crédito y pobres premios para el ahorro. La competencia y nuevas opciones digitales son indispensables, así como aprovechar la infraestructura del Banco de Bienestar para ofrecer opciones públicas y otras privadas en el medio rural. La inversión es baja, tanto la pública, como la privada. Una reforma fiscal debe de generar nuevos recursos para invertir y existe un buen catálogo de proyectos de infraestructura con la viabilidad para ser financiados de manera conjunta con privados. La principal fuente de atracción de inversión privada puede ser la relacionada con los procesos de “acercamiento”, para atraer proyectos industriales que ahora se realizan principalmente en Asia, para que estos se desarrollen ahora en Norteamérica. Eso requiere de un esfuerzo importante para incrementar la capacidad de nuestras ciudades para dar cabida a estos tipos de industria, así como mejorar la infraestructura logística, energética, de conectividad e hidráulica; así como formación y capacitación de recursos humanos. Esos procesos y la nueva infraestructura puede también tener efectos muy positivos en servicios como el turismo y actividades como la minera.
El otro polo de atracción de inversión puede ser la transición energética que requiere de inversiones para actividades como la electro movilidad y energía solar, así como otras que son necesarias para reducir emisiones y cuidar el ambiente, como las que tienen que ver como la economía circular, la colecta de agua y el uso de materiales térmicos. Todo eso, junto con políticas de ordenamiento urbano y financiamiento, puede detonar la producción de vivienda asequible y sustentable para todos los sectores.
Para que se logre lo anterior, se requiere facilitar la inversión, promover innovación, las industrias creativas, absorber tecnología, desarrollar nuevos mecanismos de financiamiento y generar movilidad laboral con Norteamérica. Existe una ventaja que va construyendo el país y que se debe consolidar, la participación de la mujeres en el mercado laboral. Entre el 20 y 40% de la productividad laboral registrada en Estados Unidos entre 1960 y 2010 se explica por la mayor participación de las mujeres en el mercado laboral. El cerrar las brechas de género tiene el potencial de incrementar el PIB hasta en 35%, de acuerdo con el análisis de Minouche Shafik, la rectora de la LSE. Esto es, la equidad también es parte de la estrategia para crecer.
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