El escandaloso silencio de Brasil, México y Argentina ante la Nicaragua desangrada
La crueldad de Daniel Ortega superó a todas las dictaduras latinoamericana, de izquierda y derecha. A todas. El tirano en tan solo 6 días desterró a 222 personas, condenó a 26 años de cárcel al Obispo Rolando Álvarez y arrebató la nacionalidad a 94 nicaragüenses. Organismos como Human Rights Watch consideran esta última embestida como un hecho sin precedentes en la historia reciente de América Latina.
Un silencio ensordecedor. Ante las grandes atrocidades ocurridas en Nicaragua, resulta escandaloso el silencio de las democracias más grandes de la región. México, Brasil y Argentina no se atreven a condenar a Ortega y muchos menos a llamarlo dictador. Para ellos la ideología es primero y los derechos humanos vienen después. Mucho después.
México
El Presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, se ha convertido en el Mariachi de las dictaduras. A Cuba la idolatra, a Venezuela la defiende y a la Nicaragua de Ortega la protege con su silencio cómplice. No sorprendería que el autócrata centroamericano recibiera de AMLO la condecoración del Águila Azteca.
Obrador imita a Ortega. El Mandatario mexicano ataca a la prensa libre, no se lleva con la iglesia, confía en la mano dura del ejército y sueña con una reforma electoral que le permita elecciones a la cubana, con resultados al estilo Nicaragua. Esta admiración secreta por los dictadores le hace callar en público lo que sería obvio condenar: el destierro, los presos políticos y los crímenes de lesa humanidad en Nicaragua.
Argentina
La Argentina peronista luce pequeña ante los gigantescos abusos en contra de los derechos humanos. Asesinatos, desaparecidos, torturas, nada parece hacerles reaccionar. El Presidente Fernández tendría que ver y volver a ver la extraordinaria Argentina 1985, para empatizar con el dolor de un pueblo que pide justicia. Ayer fue Argentina hoy es Nicaragua 2023.
La CELAC de Buenos Aires es la fotografía perfecta de la región. Una resolución de 111 puntos y 28 páginas. Nada sobre Nicaragua y muchos elogios para las dictaduras de Cuba y Venezuela. Más integración y menos integridad. Esa es la consigna.
Brasil
En Brasil el Presidente Luiz Inácio Lula da Silva jamás va a llamar a Ortega dictador. Son hermanos y compañeros de lucha ideológica. Gracias a Ortega Lula logró conocer a su líder y mentor, el dictador Fidel Castro, su gran inspiración para formar el infame Foro Sao Paulo.
Vale recordar que, en 2021, Lula dijo: “¿Por qué Angela Merkel puede estar 16 años en el poder y Ortega no?”. En enero de este año Lula pidió tratar con “mucho cariño” a las dictaduras criminales de Cuba y Venezuela. En julio de 2021, elogió a la dictadura cubana y aseguró que si no estuviera sometida al “bloqueo sería como Holanda”.
Un peligroso precedente
La indiferencia de gran parte de los países latinoamericanos ante lo que sucede en Nicaragua preocupa. Los estándares hemisféricos de democracia y derechos humanos están anémicos. El destierro, el despojo de la ciudadanía y las confiscaciones no son normales y no pueden ser vistas como una práctica común para castigar a quienes piensan distinto.
Un rayo de esperanza
Aunque México, Brasil y Argentina guarden un cobarde silencio ante los crímenes de Ortega, Uruguay, Colombia y sobre todo Chile, han comenzado a desmarcarse y alzar su voz en contra del tirano. El Presidente Boric lo dijo de forma magistral: “No sabe el dictador que la patria se lleva en el corazón y en los actos, y no se priva por decreto”.
El caso Letelier
En 1976 el dictador Pinochet privó de su nacionalidad al excanciller chileno Orlando Letelier. Hoy, ante los 317 apátridas decretados por Ortega, entre quienes me incluyo, los nicaragüenses retomamos las palabras de Letelier: “Yo nací nicaragüense, soy nicaragüense y moriré nicaragüense. Ellos nacieron traidores, viven como traidores y serán recordados siempre como fascistas y traidores”.
*El autor es periodista, fue embajador de Nicaragua ante la OEA y exmiembro del Cuerpo de Paz de Noruega (FK).