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¿La economía está preparada para una Tercera Guerra Mundial?

¿La economía está preparada para una Tercera Guerra Mundial?

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Las guerras mundiales conllevan consecuencias negativas de grandes proporciones que afectan no solo a los países involucrados, sino a la mayoría de las economías en el globo.

Dejando a un lado todo el dolor y la muerte que estos conflictos bélicos inducen en la población, los primeros golpes serán los económicos; es decir, las ideas y los acuerdos que se habían alcanzado en aras de promover el crecimiento y mejorar la vida de la sociedad se verán afectados, desatando desde enfermedades sanitarias, hasta hambre y desolación.

El ejemplo más reciente que tenemos es el de Alemania, un país europeo actualmente afectado por la guerra comercial entre Estados Unidos y China, y que aunque no participe en un hipotético y nuevo conflicto bélico sí sufriría daños colaterales en diferentes aspectos económicos.

Durante la Segunda Guerra Mundial, Alemania trajo un sufrimiento y destrucción inconmensurables a toda Europa. Se estima que 60 millones de personas murieron en el conflicto, de las cuales alrededor de 5 millones eran alemanes. Dos tercios de los muertos eran civiles, entre ellos 6 millones de judíos.

Al final de la guerra, la mayor parte del país teutón quedó en ruinas. Su infraestructura fue bombardeada por las Fuerzas Aliadas. Ciudades como Dresde y Colonia fueron completamente destruidas y diezmadas; esta última pasó de 750 mil a 32 mil habitantes y el stock de viviendas se redujo en un 20 por ciento.

La producción de alimentos se desplomó hasta más de un 50 por ciento comparado con lo que se generaba antes del comienzo de la guerra y el crecimiento industrial se redujo en un tercio.

Además del desplome de los índices más importantes de la economía alemana, muchos de sus hombres entre los 18 y 35 años habían sido asesinados o lisiados, por lo que no se contaba con ellos para levantar al país de las cenizas.

No obstante, no solo la economía alemana sufrió las consecuencias de la Segunda Guerra Mundial, pues este lamentable episodio histórico que duró seis años e involucró a 30 países incrementó la deuda nacional de diferentes países en desarrollo, entre ellos Estados Unidos, que añadió 236 mil millones de dólares a su cuenta de deuda; un aumento de mil 48 por ciento.

Al final de la guerra, gran parte de Europa quedó al borde de la bancarrota. Al igual que Estados Unidos, Reino Unido tenía enormes deudas y tuvieron que racionar alimentos hasta bien entrada la década de 1950.

En Japón muchas ciudades quedaron reducidas a cenizas y su infraestructura industrial fue completamente borrada del mapa.

Rusia impuso su mando económico en regiones de Europa del Este y en la mitad de Alemania y despojaron a muchas fábricas alemanas de herramientas y trabajadores calificados.

Europa luchó bajo el dominio ruso hasta aproximadamente 1990, pero la economía comunista resultó menos productiva y el Pacto de Varsovia colapsó.

Pero ¿no es descabellado pensar en una Tercera Guerra Mundial?

La posibilidad de un tercer conflicto bélico de escala global no parece una idea tan descabellada si tenemos en cuenta el panorama social, político y económico actual. La economía global está pasando por un periodo de desaceleración económica que ha golpeado a naciones tan poderosas como Alemania, China y Estados Unidos.

Asimismo, países en desarrollo como Rusia, India, Israel, Turquía, entre otros, están creciendo considerablemente en poder económico y armamentístico.

De hecho, una de las razones por las que Estados Unidos asesinó el día de ayer al poderoso general iraní Qasem Soleimani, a cargo de los asuntos iraquíes en el ejército de Irán, tiene que ver con el enriquecimiento de uranio de aquel país.

De igual manera, una crisis económica prolongada, combinada con una creciente desigualdad de ingresos, podría convertirse fácilmente en un gran conflicto militar global.

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¿Cuáles serían sus consecuencias en la economía?

 

Una Tercera Guerra Mundial implicaría el uso de armas de destrucción masiva, específicamente, ojivas nucleares que podrían reducir grandes ciudades industriales a cenizas en cuestión de segundos.

Las consecuencias globales serían desastrosas, pues la desacelaración e incluso las recesiones en diversos países en desarrollo se recrudecerían.

Asimismo, si la producción de Estados Unidos se ve afectada, muchos países sufrirían daños colaterales en sus bancos centrales.

La economía de Estados Unidos es aproximadamente tres veces más grande que la de China y el 25 por ciento de la actividad económica mundial ocurre en aquel país, por lo que todas las naciones que dependen del intercambio comercial con esta potencia verían caer su Producto Interno Bruto (PIB) hasta niveles impensables y con ello, la población en condiciones de pobreza aumentaría.

Con información de Project Syndicate, Forbes, Claseshistoria.com, Investopedia, Wikipedia, Quora, The National Interest, Milenio, El País y Smithsonian Magazine
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