Los alumnos con dificultades de lenguaje son más vulnerables al acoso
A través del lenguaje podemos aprender sobre objetos, personas, situaciones y conceptos gracias a un sistema de códigos común que nos permite interactuar de una forma rápida y flexible. Por este motivo, el sistema educativo considera el lenguaje como una de sus principales herramientas y resulta un factor clave durante todo el proceso de escolarización.
Esto implica que las personas que tienen dificultades a la hora de expresarse o de entender el lenguaje puedan hallarse ante serias dificultades en su proceso educativo y presenten un mayor riesgo de fracaso escolar.
El acoso escolar, una de las causas del fracaso
Uno de los fenómenos que más contribuye al fracaso escolar es el hecho de sufrir acoso. El acoso escolar tiene lugar cuando alguien ejerce algún tipo de coacción o violencia hacia otra persona con intencionalidad, de forma reiterada, existiendo un desequilibrio de poder entre el acosador y la víctima. Este desequilibrio de poder provoca que la víctima no se sienta capaz de hacer frente a la persona o grupo de personas que la agreden, la ignoran o la rechazan, por lo que se siente indefensa.
Una situación así desemboca, con frecuencia, en problemas académicos y socioemocionales, y aumenta el riesgo de fracaso escolar. Las víctimas de acoso y sus familias experimentan un enorme malestar que puede adoptar varias formas. Por ejemplo, una menor calidad y satisfacción con la vida, problemas de ansiedad, estrés, sintomatología depresiva que incluso puede derivar en ideación suicida y conductas autolíticas.
Efectos a largo plazo
Además, el malestar psicológico asociado al acoso escolar no solamente se manifiesta durante el periodo en el cual éste se produce, sino que puede persistir en el tiempo, mucho después de finalizar la etapa escolar, dejando secuelas psicológicas serias.
En nuestro de grupo de investigación en Educación, Desarrollo y Lenguaje (I+DEL), de la Universidad de las Islas Baleares, hemos explorado algunos de los factores más relevantes en materia de acoso escolar en los últimos años.
Por ejemplo, en un estudio reciente mostramos que las víctimas de acoso escolar manifiestan, décadas después de la situación, un mayor grado de estrés y una mayor sintomatología depresiva.
A ello se le añaden dificultades emocionales, desde el rechazo a las propias emociones hasta problemas a la hora de regularlas. Todo ello conduce a un gran malestar psíquico que puede resultar en una mayor frecuencia de pensamientos e ideaciones suicidas.
Alumnado con necesidades especiales
Tanto el sufrimiento provocado por el acoso escolar como los problemas escolares asociados a una mala adaptación al centro educativo se agravan significativamente en el alumnado que presenta necesidades específicas de apoyo educativo (NEAE).
Entre las NEAE que más se asocian con las dificultades escolares se encuentran las que son altamente dependientes del lenguaje como, por ejemplo, el trastorno del desarrollo del lenguaje.
Como ya hemos señalado, los alumnos con dificultades del lenguaje presentan un menor rendimiento académico y una tasa de repetición de curso de alrededor del 58 %, muy superior al 7 % de sus compañeros sin dificultades, lo que les sitúa en riesgo de fracaso escolar.
Además, el lenguaje tiene una gran influencia en las relaciones sociales y, en última instancia, moldea nuestras habilidades tanto sociales como comunicativas para hacer frente a una posible situación de acoso. De hecho, hemos podido explorar en dos trabajos distintos los problemas que los niños y niñas con dificultades del lenguaje muestran tanto en sus habilidades sociales como en su bienestar emocional.
La importancia de la familia y el ambiente escolar
Por una parte, la implicación familiar y el tiempo de conversaciones en el seno de la familia resultan factores clave (más que el estatus socioeconómico) para el desarrollo emocional de estos niños y niñas.
En este sentido, el tiempo de exposición a las pantallas juega especialmente en su contra, al asociarse con un menor nivel de desarrollo del lenguaje.
No obstante, hasta la fecha, se sabía muy poco sobre la relación entre el hecho de padecer dificultades del lenguaje y el acoso escolar. Nuestro grupo ha explorado recientemente dicha relación en un artículo que pone de manifiesto el rol central del lenguaje en la victimización asociada al acoso escolar.
Víctimas de acoso más frecuentemente
En este trabajo se evaluó una muestra amplia de más de 2 000 personas adultas que completaron autoinformes sobre sus dificultades en el lenguaje oral (en diversos aspectos de los dominios expresivo y receptivo) y acerca de sus experiencias pasadas de acoso a lo largo de su escolarización.
Los resultados mostraron que los participantes con dificultades del lenguaje tienen una mayor prevalencia de victimización por acoso escolar (que puede llegar a superar el 60 %) que los participantes sin dificultades de este tipo. Así, las tasas de acoso eran significativamente mayores en el grupo con dificultades del lenguaje desde el primer ciclo de Educación Primaria (6–9 años), extendiéndose hasta el Bachillerato (16–18 años).
Doble reto
En consecuencia, las evidencias indican que las personas a quienes les cuesta expresarse oralmente y que muestran unas capacidades lingüísticas por debajo de lo habitual se enfrentan a un doble reto.
Por una parte, se hallan ante las dificultades académicas propias de un sistema educativo fuertemente arraigado en las capacidades lingüísticas.
Por otra, presentan un mayor riesgo de padecer acoso escolar a lo largo de su vida académica y, además, de padecer sus efectos a largo plazo si tienen que afrontar dicha situación durante la juventud.
Si bien diversas comunidades autónomas españolas, como las Islas Baleares, han implementado en los últimos años protocolos especializados para afrontar el acoso escolar y el riesgo autolítico, resulta imperativo enfatizar la necesidad de una pronta prevención, detección e intervención del acoso escolar, especialmente en niños y niñas con dificultades del lenguaje.
Daniel Adrover Roig, Profesor Titular de Universidad, Universitat de les Illes Balears; Albert Flexas Oliver, Profesor contratado doctor interino en Pedagogía Aplicada y Psicología de la Educación; Eva Aguilar Mediavilla, Profesora titular de Pedagogía Aplicada y Psicología de la Educación, Universitat de les Illes Balears; Inmaculada Sureda García, Profesora titular de Pedagogía Aplicada y Psicología de la Educación, Universitat de les Illes Balears, and Mario Valera Pozo, Profesor asociado de Pedagogía Aplicada y Psicología de la Educación, Universitat de les Illes Balears
Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.