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¿Por qué en México el fracaso no es visto como aprendizaje?

¿Por qué en México el fracaso no es visto como aprendizaje?

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La mentalidad del mexicano ha probado tener grandes fortalezas en diferentes aspectos de la vida profesional y laboral como la resiliencia, la competitividad y el éxito. Los miles de emprendedores en el país, los paisanos que envían remesas desde Estados Unidos, los empresarios, los comerciantes, entre otros, son el mejor ejemplo de las bondades de la psicología que nos caracteriza; no obstante, hemos fallado en aprender de el mejor maestro: el fracaso.

En un contexto en el que la sociedad venera fervientemente el éxito, no es extraño que el mexicano esté teniendo serias dificultades para dejar de percibir el fracaso como una de las desgracias más angustiantes que nos puede ocurrir en la vida, en lugar de enfrentarlo como un evento enriquecedor; una lección crucial y necesaria para consolidar nuestra experiencia. En palabras del filósofo alemán Friedrich Nietzsche a los mexicanos nos cuesta entender que ‘lo que no te mata te hace más fuerte’.

 

No estamos solos, pues el romance con el éxito profesional es una tendencia global y su consecuencia ha sido una demonización del fracaso; un evento que tendrá que evitarse a toda costa en aras de no cargar su estigma. Por ello, la incontrovertible idea de que fallar en algún aspecto de nuestra vida nutrirá nuestra experiencia con sabiduría se ha ido erradicando dentro de diversas organizaciones e instituciones.

Las consecuencias de entender el fracaso como ‘algo malo’ afectará tu vida negativamente, específicamente, a la hora de tomar decisiones importantes, pues muchas personas con esta mentalidad suelen meter el freno ante acciones que perciben inseguras o que podrían terminar sin alcanzar el éxito esperado, como elegir una carrera que no les agrada solo porque piensan que no tendrán problemas para titularse o no arrancar su negocio soñado por miedo a que este quiebre o que ni siquiera despegue.

 

Si elimináramos el factor de miedo al fracaso, esta persona hipotética podría haber terminado la carrera por la que su vocación se inclinaba o habría podido comenzar uno de los negocios más rentables de su ciudad, aunque también hubiera podido fracasar en sus intentos, autocumpliendo su aborrecible profecía.

Sin embargo, pronto caería en la cuenta de que sus predicciones no lucen tan aterradoras una vez que estas se materializan y más tarde, con algo de reflexión y retrospección, comenzaría a ganar nuevos conocimientos, así como ideas que mejorarán su vida en general y lo colocarán por encima de todos aquellos que, por miedo, decidieron no dar el paso decisivo.

El empresario estadounidense, Bill Gates, forma parte del selecto grupo de fracasados más exitosos en el mundo, aunque suene contradictorio, el hombre más acaudalado del mundo, es reconocido por su manera de afrontarse al fracaso, como cuando intentó hacer despegar una serie de emisiones televisivas a través de internet sin éxito.

En aquel momento, Gates, cuya fortuna se estima en más de 92 mil millones de dólares, dijo que el peso de los fracasos que ha experimentado podría haberlo deprimido, pero en cambio aceptó esas experiencias como desafíos y aprendió de ellas.

En su libro Business @the Speed of Thought: Succeeding in the Digital Economy, Bill Gates dijo:

“Una vez que aceptas las noticias desagradables no como algo negativo sino como evidencia de una necesidad de cambio, no te vence. Estás aprendiendo de eso. Todo depende de cómo abordes los fracasos”.

El fundador y multimillonario de Virgin Group, Richard Branson, cuyo patrimonio neto es de 5 mil millones de dólares, ha dicho que aprender del fracaso es una de las cinco habilidades que comparten los empresarios exitosos.

En su blog online, Branson señaló:

“Nadie hace todo bien la primera vez. Los negocios son como un juego de ajedrez: tienes que aprender rápidamente de tus errores. Los empresarios exitosos no temen al fracaso; aprenden de ello y siguen adelante”.

Asimismo, otro gran ejemplo de una buena mentalidad ante el fracaso es el fundador de Apple, Steve Jobs, quien murió de cáncer en 2011.

La noticia de que su enfermedad acortaría su vida le sirvió para reflexionar sobre este tema, pues en 2005, el famoso inventor del iPhone dijo durante un discurso de graduación en la Universidad de Stanford que recordar que moriría pronto era una de las herramientas más poderosas que había encontrado para ayudarlo a tomar las decisiones más importantes en su vida.

“Todo miedo a la vergüenza o al fracaso: estas cosas simplemente se desvanecen ante la muerte, dejando solo lo que es realmente importante. Recordar que vas a morir es la mejor manera que sé para evitar la trampa de pensar que tienes algo que perder”.

Con información de Gestiopolis, BlastingNews, El Economista, Mission.org, Harvard Business Review y CNBC Make it
Portada: Pixabay
Interiores: Archivo Cuartoscuro y Flickr