Creando problemas donde no los hay
No soy fumador y me molesta mucho el humo cuando estoy junto a alguien que consume tabaco. Sin embargo, me opongo a las recientes reformas a la Ley General para el Control del Tabaco. La mayoría de ellas son violatorias de derechos consagrados en la Constitución y terminarán por generar mayores problemas de los que supuestamente pretenden resolver. El principal problema es que se prohíbe la comercialización mediante la publicidad, promoción, exhibición y venta abierta de productos de tabaco, cuando éstos son productos legales. Es pretender convertir algo legal en algo supuestamente ilegal con una ilegalidad. Todo lo que pueda sugerir un consumo queda prohibido como, por ejemplo, los actores fumando en películas o exhibir escenas donde haya fumadores. ¿Significa esto que las películas de Mauricio Garcés están proscritas?
Al prohibir la exhibición de cajetillas de cigarros en sus comercios con el pretexto de desinhibir su consumo entre los jóvenes, se fomentará el mercado negro. Los cigarros de contrabando que muchas veces son adulterados dañan más a la salud y se venden a la tercera parte del valor del producto legal. En los pequeños comercios, esos cigarros hechizos se mezclarán con la oferta de los legales, facilitando su venta. Esa oferta “escondida” puede mezclarse también con estupefacientes. Es una situación idónea para la extorsión.
Las reformas a la ley crean un problema donde no lo había. Desde hace años, la ley venía funcionando razonablemente bien. Por ejemplo, en restaurantes, bares y clubes nocturnos se adaptaron terrazas para fumadores que, bien delimitadas, no dañan a los no fumadores. Se respeta el no fumar en espacios públicos. Anunciar cigarros mediante comerciales en televisión o en espectaculares también está ya prohibido desde hace algún tiempo. Finalmente, la leyenda de advertencia en las cajetillas es un disuasivo que seguramente contribuye a la concientización de la salud.
Al prohibir la exhibición de tabaco para su venta, entonces también se debería prohibir la del alcohol. Es verdad que las 65,000 muertes anuales por tabaquismo son muy superiores a las cerca de 7,000 causadas directamente por el alcohol. Pero éste también cobra vidas al incitar a la violencia y ocasionar accidentes automovilísticos.
El INEGI registra 15 millones de fumadores mientras que reconoce a 20 millones de personas que enfrentan adicción al alcohol. Curiosamente sólo el 5% de los fumadores corresponde a jóvenes de 12 a 17 años. Por otro lado, la diabetes cobra más de 150,000 fallecimientos anuales. Así que desde ese punto de vista, tendría más sentido haber prohibido la exhibición y publicidad de dulces, refrescos y otros tantos productos nocivos por su elevado contenido de azúcar.
Ha iniciado ya una lluvia de amparos contra las reformas por parte de grandes tiendas, medianos y pequeños comerciantes. Lo que preocupa en el fondo es el derecho a la libertad de las personas de consumir lo que deseen siempre y cuando sea legal y no afecten a terceros. La teoría económica también nos dice que mediante impuestos se puede combatir una externalidad negativa. ¿Por qué no se pensó en esa vía?
Twitter: @frubli