El síndrome del empleado quemado, ¿qué es y cómo combatirlo?
En el mundo laboral existen muchos factores que pueden probar el llamado síndrome del trabajador quemado, que recientemente la Organización de la Salud (OMS) admitió que entra por derecho propio en la Clasificación Internacional de Enfermedades, un paso gigante que lo reconoce como una enfermedad profesional, y las compañías deberán implementar planes de prevención a partir del 1 de enero de 2022.
Aunque no hay cifras de afectados ni bajas laborales dado que hasta ahora no se consideraba enfermedad, lo cierto es que el síndrome del trabajador quemado es una bomba de relojería. Se diferencia del estrés, causante del 30 por ciento de las bajas laborales, porque este ‘puede llegar a ser beneficioso y te pone las pilas’, explica el doctor especialista en medicina del trabajo Francisco Peñalver, jefe del departamento de seguridad, salud y bienestar de HM Hospitales.
Sin embargo, cuando el estrés es continuo y se prolonga en el tiempo, se puede convertir en patología y aparece el síndrome del desgaste profesional. Sentir tristeza y acudir al trabajo sin ilusión puede ser un comienzo. Pero para reconocer si se está a las puertas de la quema, el especialista apunta unos síntomas:
“Levantarse cansado a pesar de haber dormido o experimentar sentimientos negativos hacia compañeros, clientes o tareas, que se traducen en un bajo rendimiento y escasa concentración para cumplir objetivos. Esos son los claros referentes de esta enfermedad cuyo origen se liga al desempeño laboral”.
El síndrome encuentra su mejor caldo de cultivo entre los mandos intermedios y muy especialmente en los sectores financiero, sanitario (afecta al 37 por ciento de los médicos, según un estudio de Medscape), redes comerciales, atención al público y a quien tenga una exposición emocional a otras personas.
La solución para combatir la enfermedad pasa, según el docente, porque ‘las compañías elijan bien a los directivos para dirigir e involucrar a su equipo en nuevos proyectos’. Y que el empleado potencie su autogestión para ‘organizar bien su tarea, decir al jefe lo que no le gusta, aprender a priorizar y tener una vida personal equilibrada’. Pero, una vez contraído el síntoma, es prioritario ‘reconocer el problema’, indica Peñalver, y ser disciplinados para adoptar medidas sencillas, aunque constantes, como entrenar la relajación, meditar o hacer ejercicio frecuente.
Para evitar que el trabajador acabe quemándose, la empresa debe definir muy bien sus responsabilidades para que sepa lo que se espera de él. Tener una comunicación fluida y que sienta reconocida su labor. Hay que darle formación tecnológica y herramientas para cumplir objetivos en plazos razonables.
A continuación, te dejamos una lista que incluye las cuatro fases que el Instituto Nacional de Seguridad e Higiene en el Trabajo identifica:
- Entusiasmo: en un nuevo puesto de trabajo se genera mucha energía y se dan expectativas positivas. No importa alargar la jornada laboral
- Estancamiento: no se cumplen las expectativas profesionales. Hay un desequilibrio entre esfuerzo y recompensa
- Frustración: el trabajador se desmotiva y desmoraliza. Pierde la ilusión. Cualquier cosa le irrita y provoca conflictos en el grupo de trabajo
- Apatía: cambios de actitud hacia una postura defensiva
Con información de El País, OMS y Twitter
Fotos: Pixabay