Inclusión como factor para la salud mental en la academia
Cuando pensamos en salud mental, nos invade la idea de sentirnos bien, seguros y cómodos. En cuanto al bienestar emocional de un grupo en un contexto específico, el reto se vuelve aún mayor, pues nos topamos con las generalidades de una clase que no pierde su singularidad.
Pensar desde dónde debe generarse el bienestar emocional dentro del aula, nos lleva a la primera presencia: la del maestro. Tomarlo como primera instancia en cuanto al control emocional, nos haría dejar de lado el papel de las instituciones escolares. El bienestar de los estudiantes se va modelando desde los beneficios y comodidades que la escuela es capaz de proporcionar, creando un ambiente que desde un inicio es generador propio del bienestar.
Cada alumno tiene necesidades muy específicas que probablemente no serán satisfechas a profundidad. Si comenzamos a mirar el entorno escolar como un ambiente de inclusividad y no únicamente de integración, podremos contribuir a generar un mayor estado de bienestar emocional.
Al hablar de inclusión nos referimos a brindar los ajustes que cada estudiante necesita, tomando como guía la noción de que, para llegar a un mismo resultado, pueden emplearse distintos procesos. En la educación básica esto queda muy claro, entendiendo que existen distintos niveles de desarrollo y de manejo emocional dentro de cada niño, lo que hace que las clases, talleres y actividades sean impartidos desde un aula diversificada, permitiendo que se logre el conocimiento y el manejo grupal desde la individualidad de los alumnos.
Esto nos lleva a pensar cómo diversificar el aula para generar un bienestar emocional en niveles medio superior y superior, pues conforme crecemos, disminuyen los intentos por dar una orientación hacia el control emocional y la asertividad, lo que termina propiciando un ambiente excluyente en el que se maneja por encima la idea de integrar sin incluir, dando por sentado que, debido al nivel de desarrollo, ya existe un manejo total del contexto socioemocional de cada individuo. Es importante recordar que todo el tiempo estamos reaprendiendo nuestras conductas y reacciones en distintas áreas y momentos de nuestra experiencia de vida.
Por ello, nos remontamos al trabajo que cada profesor ofrece dentro de su aula, desde el momento en el que planea su clase, las formas de evaluación, la dinámica que llevará dentro de sus clases y la apertura que la institución tenga para ello; esto será lo que genere dicha inclusión. Variar las formas evaluación y de impartición de clase, generará opciones para que cada estudiante pueda sentirse identificado al menos en algún momento del curso escolar y clase. La diversificación de los métodos de evaluación y enseñanza generarán la inclusión necesaria para un bienestar emocional escolar y mostrar esta apertura hará la diferencia desde sujetos con individualidad.
*Dayana Lizbeth Vigil Mora es profesora de la Universidad Incarnate Word