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Los lejanos ecos de un universo femenino resuenan en la Berlinale

Los lejanos ecos de un universo femenino resuenan en la Berlinale

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Los lejanos ecos de un universo femenino resuenan en la Berlinale

El Eco es un lejano pueblo mexicano donde sus habitantes, mujeres y niños principalmente, viven y pasan sus días enfrentando las adversidades del trabajo duro del campo, de los cambios de estación y de la pobreza. Además de ser el escenario, el lugar le da nombre a la más reciente película documental de la directora salvadoreña, Tatiana Huezo, quien ha llevado también a la pantalla otros trabajos del mismo género como El lugar más pequeño (2011), Tempestad (2016) y su más reciente ficción Noche de fuego (2021).

Con esta producción, la realizadora radicada en México participa de la sección Encounters (Encuentros) de la 73ª edición del Festival Internacional de Cine de Berlín, una sección que se caracteriza por presentar nuevas perspectivas en el cine y que busca ser un escaparate de diversas formas narrativas y documentales. Como propuesta, El Eco es un documental que juega a ser una ficción, pues en la cinta no hay entrevistas o voces en off que acompañan lo que se registra, sino una historia que se nutre de momentos y en la que los actores naturales siguen su vida conforme cambian las estaciones y conforme éstas traen consigo sus sequías, sus heladas, sus lluvias, sus vientos y sus truenos, elementos de la naturaleza que la directora ha sabido aprovechar tanto para la fotografía, a cargo de Ernesto Pardo, como para la soberbia banda sonora que es parte de esta producción.

En El Eco, Huezo persigue durante un año la vida de un grupo de niños del lugar y de la familia de Andrea, una madre de tres niñas y un pequeño, que se ha quedado al frente de la casa. Su cotidianidad, de pasajes sencillos y extraordinarios a la vez, revela una forma de vida que en pleno siglo 21 ya se hace ajena. No porque en el campo la pobreza le arrebate los sueños o la infancia a los niños, algo que ya no resulta novedoso en los entornos rurales, sino porque en el campo la figura masculina se hace cada vez más ausente, ahora el campo es un espacio que se hace posible a partir de la fuerza de las mujeres y los niños.

Para Huezo esta transformación de la vida en el área rural es materia prima valiosa y el punto de partida de un posible cambio de roles y formas de pensar que podrían terminar con esos ecos que Andrea ha heredado de sus padres y que hoy transmite y refuerza en sus hijas.

Por ello, no es casual que, en toda su lógica de vida, Andrea cuestione a su compañero y le rete a ponerse en sus zapatos, a que se quede en la casa, que la deje ir a ella a buscar trabajo afuera, para que tome consciencia de lo dura que se ha convertido la vida entre llevar adelante la crianza, las labores del hogar y atender a los animales y las plantaciones de maíz que son su fuente de ingresos.

O como sucede con Montse, la hija mayor de esta familia, quien además de ayudar a su madre tiene la labor de cuidar a su abuela postrada en cama. A ella la vida del campo no le convence y quiere seguir a su padre a la Ciudad de México, pero no para trabajar en la construcción, sino para enlistarse en la Armada, una idea que de sólo pensar estremece a su amiga Bere, otra adolescente de El Eco, quien probablemente se ha criado igual a Andrea.

Mientras Montse idea su plan para alejarse del pueblo, quiere participar de las corridas con su caballo, algo que en el poblado practican únicamente los hombres y que su madre no está dispuesta a autorizarle. Frustrada, Montse abandona El Eco dejando a Andrea con el peso de no haber sido una buena madre, pero sembrando una semilla en su hermana Luz Ma, quien al igual que ella más adelante decide dejar el poblado para ir a su encuentro.

Pero en El Eco, la directora retrata no sólo la mística con la que estas mujeres sortean la vida, la muerte, la enfermedad, el amor, la amistad sino la profunda relación que los niños construyen desde temprano con el lugar que habitan, una relación que va moldeando su visión de mundo, un vínculo que si eres niña también puede llegar a jugarte en contra como sucede con Sarahí, otra de las hijas de Andrea, cuyo deseo de continuar su educación depende de la situación económica de su familia, que con la partida de Montse se ha tornado aún más difícil.

Esa vida de los niños plagada de responsabilidades, de trabajo duro y de cansancios inconscientes a momentos encuentra un respiro en la escuela que –más allá de ser ese espacio de aprendizaje– se convierte en el lugar donde los niños pueden vivir su infancia, olvidan por unas horas los quehaceres, donde se divierten, se enseñan unos a otros y hablan de sus planes futuros. Un espacio que alberga por unas horas esas vidas que comienzan a florecer en un poblado que ha dejado de ser lo era y que en un futuro no muy lejano deberá sortear las consecuencias de estas transformaciones y, de seguro, un cambio en los ecos que se heredarán a las nuevas generaciones.

El Eco

  • Año: 2023
  • País:  México – Alemania
  • Dirección y guion: Tatiana Huezo
  • Fotografía: Ernesto Pardo
  • Música: Leonardo Heiblum y Jacobo Lieberman
  • Género: Documental
  • Duración: 102 minutos
  • Producción: Chulada Films y Radiola Films
  • Montse junto a su caballo en una escena de El Eco. 
  • Foto: radiola films

El Eco. Tráiler

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