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Salieron por una cemita y se contagiaron: así vivió la COVID-19 una pareja poblana

Salieron por una cemita y se contagiaron: así vivió la COVID-19 una pareja poblana

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En medio de una mudanza y con un boleto de avión a Japón comprado anticipadamente para disfrutar las olimpiadas en agosto de 2020 fue como le agarró la COVID-19 a Mayra P., una fashion stylist que se contagio del virus en abril.

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Platicando por teléfono nos explicó que ella y su pareja, el buen Pato, de 43 años, nunca se cuidaron ni tomaron las precauciones debidas, aunque sí usaban mascarillas y casi no salían, al inicio de la pandemia decidieron salir al centro de Puebla:

“Fuimos a surtirnos de cubrebocas y luego comimos una cemita en el mercado de la Acocota”.

¿Quién hubiera imaginado que esa inocente salida fue la que tendría graves consecuencias? Una semana después, según los cálculos de Mayra, se comenzó a sentir mal, con un dolor de cabeza intenso que solo se le quitó cuando se quedó dormida, pero a media noche despertó agitada y ‘jalando aire’:

“Pensé que era una pesadilla porque así te despiertas, como exaltada, pero de pronto el dolor de cabeza regresó y no entendí por qué, ya que no había estado estresada últimamente”.

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Al día siguiente, Mayra, de 29 años, se despertó con dolor de cabeza, garganta y también le pesaban las piernas, entonces le avisó a su novio y ambos hicieron el test en la aplicación de COVID-19, donde señalaron los síntomas y en menos de 20 minutos recibieron la llamada de un especialista:

“Me atendió un doctor que no recuerdo el nombre, pero me dijo que lo mejor era quedarme en casa y no irme a hacer la prueba, pues corría el peligro de contagiarme en el hospital, si iba y no lo tenía, o infectar yo a los demás”.

Mayra, quien trabaja en Amazon, llamó al hospital Ángeles, nosocomio privado ubicado para saber el costo de una prueba, pero cuando le dijeron que estaba en más de 5 mil pesos, prefirió obedecer la recomendación:

“Si yo lo tenía, seguramente Pato también y tendríamos que hacernos dos exámenes que iban a salir en más de 10 mil pesos, es mucho dinero”.

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Al día siguiente al novio de Mayra le comenzó a doler la cabeza, pero ella tenía que cambiarse de departamento porque su contrato había vencido, así que le pidió ayuda a una empleada de la casa de su mamá para que le acomodará todo y se lo pusiera en cajas y ella llegará después a recogerlo:

“Fue una osadía porque yo tenía que pensar desde cómo salir del coche y tratar de no tocar las manijas ni las paredes ni nada para no contagiar […] Le dejé las llaves en un lugar secreto a la casera porque no nos vimos”.

Después de eso, Mayra no volvió a salir y tanto su suegra como su mamá les llevaban víveres y medicinas cada dos o tres días para sobrevivir:

“A Pato sí le dio más fuerte; se sentía desguansado todo el día. Tomábamos paracetamol para aliviar nuestros dolores y nos dábamos masajes mutuamente porque me dolían mucho las piernas y como a los dieciocho días nos comenzamos a sentir mejor”.

Mayra recordó que fue precisamente un día que comieron naranjas frías mientras Pato guardaba reposo total (porque siguió trabajando home office a pesar del contagio), cuando le bajó la febrícola. Ninguno tuvo más de 37.5 °.

Mayra y Pato calculan que gastaron de mil a mil 500 pesos a la semana en despensa, pues les gusta cocinar y casi no piden servicio a domicilio.

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La COVID-19 no les pegó tanto a la economía de esta pareja, pero eso no podemos decir de los 80 por ciento empresarios que tuvieron que cerrar por la cuarentena o las 550 mil personas que perdieron su empleo tan solo en CDMX.

De hecho, para Mayra la mayor angustia que sintió cuando supo que tenía COVID-19 fue ‘vivir con el miedo de que podía empeorar y pensar en que terminarían hospitalizados como muchos’.

Más aliviada ahora, Mayra solo piensa en qué pasará con sus boletos a Japón, que le costaron 17 mil pesos, porque ella no quiere perder el dinero, pero tampoco desea arriesgarse:

“De todos modos, esta cuarentena ha servido para replantearme mi trabajo y me surgió la idea de dedicarme a colaborar en el área de decoración en vez de vestir a celebridades y modelos para revistas y editoriales”.

¿Y tú conoces una historia de COVID-19 que quieras compartir con nosotros?

Portada e interiores: Unsplash