un romance que se mantiene vigente
Aunque desde 1896 se empezó a practicar el tenis en la Ciudad, fue en los años 70 cuando iniciaron los torneos profesionales de bolsa cuando Monterrey formó parte de la antigua WTC, una de las primeras giras varoniles a nivel mundial.
Desde esos años, la ciudad y el tenis empezaron un romance que hasta hoy se ha mantenido vigente y que ha tenido diferentes etapas hasta llegar a lo que hoy conocemos como el Abierto GNP Seguros en sus ediciones varonil y femenil con la visita de la ATP y la WTA una vez al año.
Los beneficios que han dejado estos torneos al tenis regiomontano han sido muchos, pues la euforia por el deporte blanco creció considerablemente, y uno de los frutos es el título de Wimbledon juvenil conseguido por Eduardo Vélez en 1986.
Ahora convertido en el director de su propia academia de tenis, Vélez enumera los múltiples beneficios que han dejado estos torneos al tenis de Monterrey.
“Sí influye (en el desarrollo del deporte) porque obviamente ves a los jugadores profesionales en vivo, en persona, cómo entrenan, cómo juegan, cómo compiten, y eso para ellos es motivante y obviamente para muchos niños es un sueño poder llegar a esos niveles.
“Si influye porque los ven de cerca, conviven con ellos, en las clínicas están con jugadores profesionales que pelotean, juegan algunos puntos con ellos y eso es muy motivante”, indica.
Vélez fue uno de esos pequeños que se motivaron viendo y conviviendo con sus ídolos en la Ciudad, pues en 1983 a los 14 años comenzó a llamar la atención al coronarse en el Orange Bowl en Estados Unidos, imponiéndose en la final a nada más y nada menos al que posteriormente se convertiría en el número uno del mundo, André Agassi.
Pero no solo eso, el regiomontano también sumó a su palmarés el título de Wimbledon juvenil, aparte de ser campeón nacional en las categorías infantiles y juveniles.
“En estos torneos dan la oportunidad que mismos jugadores de aquí de Monterrey, sobre todo jugadores jóvenes hablando de edades de 17, 18, 20 años, más o menos, que son de los mejores del estado, tengan la posibilidad de jugar estos torneos en la ronda de calificación.
”Y eso es muy motivante y obviamente es motivante para los niños que entrenan en esos lugares donde entrenan estos jugadores, que los vean entrenar y que pueden participar en esos torneos profesionales. Sí es importante porque eso ayuda a que otros niños puedan practicar este deporte”, comentó.
Parte importante en la llegada de estos torneos profesionales a Monterrey es el ímpetu que Hernán Garza Echavarría le ha inyectado a todos los proyectos que ha encabezado, iniciando desde los años 70 y retomándolos en los 90.
“Hace 48 años empecé haciendo el primer torneo en el Gimnasio del Tec, vinieron grandes jugadores, la bolsa era muy importante en aquellos años, era de 200 mil dólares, Monterrey era parte de un circuito que se llamaba WTC, era uno de los ocho más importantes torneos del mundo que se celebraban aquí en Monterrey”, recuerda Hernán.
“Desde que empecé en estos proyectos siempre he tenido la inquietud de qué más sigue, aunque a veces ha habido etapas difíciles en mi trayectoria y aciertos, éxitos, fracasos, pero siempre con la mira en el futuro del deporte y en mi vida que está muy entregada a este torneo y a muchas otras cosas más”.
En aquellos años, recuerda, el mexicano Raúl Ramírez tenía un gran posicionamiento llegando a ser el cuarto mejor jugador del mundo en singles y número uno en dobles.
En esa ocasión llegó a la ciudad para participar en el torneo regio coronándose en dobles junto al estadounidense Brian Gottfried, cumpliéndo uno de los principales objetivos de Garza al ver en el torneo a un tenista mexicano como campeón.
El director general del Abierto GNP Seguros recuerda con entusiasmo esas épocas donde la ciudad estaba tomando fuerza a nivel mundial por su característica trabajadora siendo una de las industrias más importantes y ¿por qué no crecer igual en el deporte?
A partir de ese momento Garza no solo tenía como objetivo tener más eventos, existía también la visión de descubrir, pulir e impulsar a tenistas regios.
Pero el proyecto terminó a mediados de los 80 y en una segunda etapa, Garza Echavarría consiguió traer torneos de categoría Challenger a Monterrey, de manera específica al Sierra Madre Tennis Club, pero no duró mucho tiempo pues la crisis económica de 1995 hizo que los patrocinadores se alejaran.
Pero llegó el tercer intento con el tenis femenil, que lo tomó por sorpresa pues en ese momento estaba alejado del tenis y arrancando otros proyectos en otras áreas, sin embargo, el amor por el deporte lo sedujo e inició con el Abierto Monterrey de la WTA.
Fernando Ochoa cuenta con 35 años de trayectoria como entrenador de tenis, en sus primeros años compartió conocimientos con Arthur Ashe, quien lo invitaba a sus clínicas en Nueva York mismas que años más tarde también se impartían en Monterrey, y ha sido testigo de las distintas ediciones del torneo.
“Los torneos profesionales son importantísimos porque el jugador que está en desarrollo encuentra un objetivo real de a donde puede y debe de llegar para jugar tenis competitivo.
“El alcance de estos eventos, como los que organiza Hernán Garza y su equipo de trabajo, es tan importante y tan grande que el tenista no solo de Nuevo León, sino de México, se motiva a partir de saber a donde tiene que llegar y a qué nivel tiene que jugar para ser un tenista competitivo”, expresa Ochoa.
Agrega que para la comunidad en general también son importantes estos torneos ya que generan fuentes de trabajo importantes, además de que aumenta la cantidad de niños practicando tenis en los clubes, las academias y las canchas públicas de la ciudad.
Este año, el Abierto GNP Seguros llega a su décimo quinta edición y ya se ha convertido en una tradición en la Ciudad, con una consolidación y madurez, además de que se ha convertido en el preferido tanto de jugadoras, como público y patrocinadores.
El sueño que inició hace casi 50 años continúa intacto, sigue siendo un motivador para que futuras generaciones se interesen en el tenis y lo hagan parte de su vida, tanto a nivel recreativo como de alto rendimiento.
Y por qué no, soñando que uno de esos espectadores que conviven con sus ídolos en algún momento se convierta en un protagonista más de este tipo de torneos.